El folklore dominicano se
vive a través de su artesanía, su música, su colorido y su gente. Sin embargo,
el más enriquecedor y popular, la expresión del pueblo dominicano es el
merengue, el ritmo con más trascendencia que, generación tras generación, ha
crecido y ha vivido una importante evolución musical. El pueblo dominicano se
distingue porque vive día a día al compás de su música. La pintura y escultura
dominicana empezaron su desarrollo con la emigración de artistas e
intelectuales españoles que huyendo de la guerra civil española se
establecieron en nuestro país.
El merengue vive de la
magia de la güira, la tambora y el acordeón. Estos son los instrumentos
principales utilizados para interpretar los ritmos de su música. Sus sonidos
seducen al hombre y la mujer que entrelazados se desplazan por la escena del
baile, mientras los espectadores se contagian de los vibraciones musicales.
Después del asesinato de
Trujillo en 1961, el merengue fue abierto políticalmente y culturalmente. El
merengue continuaba siendo el baile nacional y la población amaba todavía a los
músicos del régimen, pero fue prohibido tocar los merengues Trujillistas
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